Por Pablo Méndez
Cenando con un amigo, me sorprendió que dijera que en su juventud, hace más de 30 años, nunca había sentido empatía por los movimientos de izquierda en México y el mundo, ni por el movimiento del 68, ni por la lucha democrática de 1991 en México y San Luis Potosí, ni siquiera por la música de protesta de Pablo Milanés o Silvio Rodríguez.
Recuerdo cuando inicié como reportero a finales de los 80, los jóvenes que teníamos alguna relación con los temas políticos, idealizábamos la lucha de los revolucionarios latinoamericanos, así como las batallas por la democracia y defensa de derechos humanos de grupos opositores al gobierno priista.
Ahí estaban como líderes visibles, solo por mencionar algunos, Cuauthémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo, Andrés Manuel López Obrador, Elena Poniatowska, Jorge Castañeda, Heberto Castillo, etc, etc.
Entre muchas cosas, lo que aquella corriente de izquierda logró fue muy importante para el país. Sacó al PRI de la organización de los organismos electorales, impulsaron la creación de la Comisión Nacional de Derechos Humanos y de un organismo de trasparencia. Aquella izquierda hizo posible la alternancia en el gobierno de la República y en casi todos los Estados.
A nivel local, otra vez, solo por mencionar algunos, recuerdo a Carlos López Torres, Felipe Rodríguez Leal, Carlos Covarrubias, Rogel del Rosal, Primo Dothé, etc., etc. Perdón por no mencionar a muchos otros, pero solo trato de dar una referencia.
Eran personajes que a muchos reporteros gustaba entrevistar porque siempre intentaban hacer criticas honestas, conscientes, congruentes y coherentes. Convencían sus argumentos, a tal grado de que uno soñaba con que algún día llegaran al gobierno o al poder legislativo.
Y pues sí, llegaron. Muchos de aquellos identificados con la izquierda llegaron. No solo en México, sino en toda Latinoamérica. La pregunta, sin embargo, es qué les pasó. En qué momento el sueño se convirtió en pesadilla, con hombres de izquierda convertidos en tiranos y dictadorcillos de cuarta…transformación. En qué momento dejaron de ser honestas, conscientes, congruentes y coherentes.
No es un invento mío. Ahí están a la vista los resultados y las historias de gobierno de los impresentables Maduro, Ortega, Díaz-Canel, Fernández y López Obrador.
El amigo al que citaba al inicio, se tituló con honores en la universidad, fue un trabajador ejemplar y ahora un exitoso empresario. ¿Será entonces que quienes soñamos con los “supuestos” ideales de izquierda estábamos equivocados?. Creo que los ideales y posturas de izquierda son correctas. Lo que fallan, son los hombres.