Por Pablo Méndez
Se desfonda Andrés Manuel López Obrador. A pocos importó la más reciente ocurrencia presidencial. La consulta con la que el tabasqueño buscaba tomar oxígeno político resultó un fiasco, un desastre.
Esta es la historia. López Obrador, dentro de su estrategia para mantener arriba el rencor y coraje de millones de mexicanos resentidos de gobiernos del PRI y del PAN, agenda una supuesta consulta para enjuiciar a los expresidentes de México.
La idea era, como ocurrió con el avión presidencial, mantener en la discusión política nacional el tema de los expresidentes. Para ello había que transitar una ruta legislativa y judicial, la cual, sin embargo, no dio los frutos que buscaba López Obrador.
Mientras que el Legislativo, con la mayoría de Morena aprobó la ocurrencia presidencial, la Suprema Corte de justicia se vio imposibilitada de aprobar semejante bodrio legal. No obstante, le concedieron al Presidente una especie de pregunta para que la consulta pudiera seguir adelante.
La ruta, sin embargo, debía continuar por el sendero del Instituto Nacional Electoral, como organizador responsable de la consulta, de acuerdo a la ley. El INE pidió dinero para hacerla, obviamente. López respondió que ni un peso. Vaya tipo, Se necesita ser muy cara dura para mover todo el aparato legislativo y judicial en pos de impulsar una locuaz ocurrencia y, además, negarse a proporcionar el dinero para el pago de tal aventura.
Aún así el INE gasta 500 millones de pesos en la consulta. Organiza a funcionarios y ciudadanos para que participen en la operación de miles de casillas a lo largo y ancho del territorio nacional. Hace su tarea, otra vez, de manera impecable.
En la víspera, López Obrador y su partido Morena se dan cuenta de que la consulta será un fracaso, que pocos mexicanos acudirán a ser parte de la más reciente ocurrencia presidencial. Entonces anuncian el chivo expiatorio que buscan que pague los platos rotos de su decisión irresponsable.
En esas han andado durante las últimas 48 horas y, en esas seguirán durante los días siguientes.
Algo bien hicimos millones de mexicanos. Fue no acudir a validar la más reciente ocurrencia presidencial. Este podría ser el antes y después donde dejamos de actuar como tontos, ante a un López Obrador abusivo.

Por Pablo Méndez Salas
Periodista Periódico REDSL