Por Pablo Méndez
El futuro del Partido Acción Nacional en San Luis Potosí debería importar a todos. Me explico. Quienes creemos que el régimen de Andrés Manuel López Obrador es una amenaza para México, también estamos conscientes que, de acuerdo a nuestro sistema de partidos en el país, las opciones de sobrevivencia democrática y social, se reducen dramáticamente.
Cuando cito sobrevivencia democrática y social intento referirme a la capacidad que tiene la población respecto a la amenaza que representan los gobernantes. A caray. Que fuerte. Pensar que alguien electo democráticamente, represente un riesgo, parece ser un pensamiento demencial. Pero no lo es. Quien quiere verlo, lo tiene en sus narices. Quien no quiere verlo, pues no lo hace y punto.
Como reportero he sido testigo de muchos conflictos políticos y sociales en el Estado y Ciudad de México y, de muchos otros, los he observado, acuciosamente, desde los medios de comunicación. Nunca vi un momento más riesgoso como el actual.
Frente al enorme poder político de López Obrador y su partido Morena, tenemos una oposición disminuida, sin capacidad de respuesta, nada creativa, casi inerte.
Muchos podrán decir “a mi no me importa el presente y futuro del PRI y PAN”. Y tienen mucha razón. Sin embargo, tenemos que ser conscientes que el destino del Estado y del país está atado a nuestro sistema de partidos. Las organizaciones políticas no son un ente aparte, independiente. Estamos todos en una misma bolsa. Si el contenido de la bolsa se pudre, se pudren nuestras aspiraciones.
Entonces, los fracasos de los grupos políticos que dirigen a los partidos afectan al Estado. Ahí están los resultados de la gestión de Francisco Aguilar y su jefe Xavier Azuara. Tenían todo para ganar la gubernatura, pero la perdieron. Su desastre no significa solo una derrota electoral. Representa poner en riesgo el futuro del Estado y sus habitantes.
A principios de diciembre próximo el PAN elegirá a un nuevo dirigente estatal. Votarán más de siete mil panistas. Las opciones son cinco mujeres, una de ellas ligada al dúo Azuara-Aguilar.
No soy panista, ni pretendo serlo. Como observador, la que me gusta es Lidia Argüello, mujer aguerrida, con 33 años de militancia y, de gran capacidad y experiencia política. Pero la decisión la tienen los panistas. Esperamos que les caiga el veinte y actúen con responsabilidad.