Pablo Méndez.
Falleció el periodista y escritor José Arturo González Guerrero. Lo conocí hace unos 10 años, a través de Jacobo Vázquez.
Al principio me pareció un tipo muy impaciente con sus interlocutores, pero la realidad fue que José Arturo era una persona muy inteligente y vivaz, que no estaba para aguantar pendejadas.
Ese carácter complicado, de decir lo que pensaba, sin filtros, le generó muchos problemas con los compañeros y no compañeros de oficio, sin embargo, nunca pasó a mayores. Solo era cuestión que se calmara y volvía a ser el bromista de siempre, con su humor negro.
A José Arturo le gustaba ser práctico. Iba por lo que quería y como lo quería. Nunca me dijo cuántos años tenía. Ahora sé que murió de 66, aunque tenía un espíritu de un joven de 20. Gustaba de comer bien. Nunca vi que tomara alcohol. Eso sí, disfrutaba fumar.
Debo reconocer que su explosividad y, muchas veces, mal carácter, me inquietaba a la hora enviarlo a cubrir un trabajo periodístico, con jóvenes inexpertos a los que parecía querer maltratar.
El resultado eran múltiples experiencias con divertidas anécdotas. Los jóvenes siempre regresaban diciendo: “ya sabes como es Arturo”, pero todo bien.

Era un tipo que, sin pertenecer a las nuevas generaciones que dominan las tecnologías, era capaz de intuir y aprender sus beneficios.
Nunca conocí a su familia. Alguna vez mencionó que era de Chihuahua. Siempre escribía en su muro del face sobre la existencia de una nuera que le llevaba un taquito, pero creo que tal nuera no existe y Arturo solo lo hacía para entretener a sus asiduos lectores y amigos.
Era un ser humano muy solo, pero su carácter y su enorme dignidad le alcanzaban para verlo siempre de pié.
José Arturo tuvo grandes amigos, como Aurora, Gabriela y Alfonso, con quienes gustaba disfrutar de un sabroso café en la Posada del Virrey.
Creo que de joven fue un tipo libre que hizo lo que quiso. De viejo, creo que supo disfrutar de pequeños detalles, como buscar vasijas usadas en los mercados y hacerlas macetas.
Fue un gran periodista y escritor. Gustaba de hacer reseñas de la vida cotidiana. Sus escritos no tenían pierde.
La noche de este miércoles 25 de enero, Aurora me marcó vía telefónica para decirme que José Arturo había muerto.
Gracias amigo por las cosas que aprendí de ti, por los amigos que me acercaste, por los momentos divertidos y por las situaciones incómodas con las que me pusiste a aprueba.
A José Arturo había que tratarlo y, ahora despedirlo, como a un gran personaje de San Luis Potosí, porque lo fue.