Pablo Méndez
Editorial
Durante muchos años, pero muchos años, Bernardina Lara había sido sinónimo de poder y terror para muchos gobernadores. A su lado los burócratas se sentían seguros, protegidos y hasta blindados para hacer lo que les pegara su gana.
Pero llegó el auto llamado padrino Gallardo y de un plumazo le arrebató el petate del muerto a la mentada Nina. Luego echó a la calle a un montón de burócratas, sin consideración de ningún tipo.
El próximo 8 de octubre se realizará la asamblea para celebrar comicios internos, y elegir nuevamente a Bernardina Lara. Sin embargo, da lo mismo que se sea reelecta o se vaya. Ya es poco lo que hace por defender los intereses de sus incondicionales. Qué tiempos aquellos.