Editorial
Pablo Méndez
Los militantes del Partido Revolucionario Institucional se revuelven en sus lodos, inútiles para defenderse de sus propios monstruos y de su propia forma de vida política. No conocen la democracia, menos como ésta se defiende.
Con Alejandro Moreno en la nacional y, con Sara rocha en la estatal de San Luis Potosí, los priista padecen los peores dirigencias en su peor momento. Ni como ayudarles.
Nadie quiere hacer frente a nada. Los viejos líderes ni siquiera van asistir a la asamblea organizada por Alejandro Moreno para perpetuarse en dirigencia. Francisco Labastida dice que si se concreta, él va a renunciar al PRI. Triste final para un instituto político que gobernó México durante 70 años.
