Por Pablo Méndez
Independientemente de las impugnaciones por resolver en torno a la elección de gobernador de San Luis Potosí, el mandatario electo Ricardo Gallardo no la tiene fácil para formar e iniciar gobierno.
Los que entienden un poco de política saben que una transición no es solo decir ya gané, integro mi gabinete con quien me dé la gana y voy a gobernar como me plazca. Mucho menos, es decir, el botín de mío y lo demás me vale. Es probable que alguien lo haga. Un ejemplo es López Obrador, pero ahí está su caótico gobierno.
Desde un análisis positivo y, en un intento por creer que Ricardo Gallardo será responsable, vamos a suponer que el nuevo gobierno inicia haciendo política de la buena, de manera profesional.
Qué implica lo anterior: que Ricardo Gallardo reconoce que gobierna para todos, que los adversarios políticos ya no lo son, que está obligado a buscar a sus críticos y dialogar con quien no piensa como él y, lo más importante, deberá presentar un plan de gobierno serio, sensato y responsable, con soporte en la realidad financiera y presupuestaria estatal.
Al respecto, qué tenemos al día de hoy, considerando los actos del propio Ricardo Gallardo, la lista es larga, más de cosas malas que buenas, pero vamos a otorgar el beneficio de la duda.
Entre lo bueno, podemos mencionar que el gobernador electo anda empeñoso en acercase a diversos representantes de sectores que pesan en la sociedad potosina. Pretende atemperar ánimos y arrancar bien su administración.
Entre lo malo, están los anuncios de placas y licencias gratis. A caray, eso qué tiene de malo, dirán algunos. Tiene de malo que sin ingresos un gobierno no funciona. Tiene de malo que un gobernante al que se le hace fácil no recaudar o, regalar el dinero público, lleva la administración estatal a la bancarrota y al fracaso del gobierno. Sí, a los programas sociales. No, a la irresponsabilidad populista.
Ricardo Gallardo, no obstante todos los negativos que guarda en su armario, tiene la gran oportunidad de empezar bien, haciendo política con mano izquierda.
Lo peor que le puede pasar es hacer caso a radicales que le acompañan. La tiene cuesta arriba y los pasos que dé en falso, los errores, le costarán una enormidad. Él, Ricardo Gallardo, lo sabe.
En política, lo que parece, es. En las siguientes semanas seguiremos observando quienes pesan más en el entorno de Gallardo, los moderados que quieren hacer política o, los radicales, que nada bueno traen para San Luis Potosí.
Por Pablo Méndez Salas
Periodista Periódico REDSL