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Por Pablo Méndez

 

El tiempo pone a cada quien en su lugar. Tras las elecciones, podemos observar el resultados de las apuestas. Ahí tenemos a un político que no representa nada, Juan Carlos Machinena; a un político con problemas, digamos, emocionales, Jose Luis Romero Calzada; a una política muy inmadura, Marvelly Costanzo, y; a un político que se preparó apenas unos días antes de la campaña para ser gobernador, el candidato independiente, Arturo Segoviano.

Pero esto es solo la morralla. Hablemos en serio.

El Partido Revolucionario Institucional tomó la decisión difícil de apostar por un candidato a la gubernatura que evitara la llegada al poder de Morena o del pollo Gallardo.

Para eso aceptó una coalición Si Por San Luis, donde el candidato lo pusiera el Partido Acción Nacional, sin importar que quien actualmente gobierna y, obviamente, llevaba mano, era el PRI. Lo hizo en un enorme ejercicio de madurez, responsabilidad y generosidad política.

Lo hizo también, porque el prospecto para la candidatura era Xavier Nava, quien hace tres años había echado a la gallardía de palacio municipal de San Luis Potosí, de fea manera.

La idea era que, ante el evidente desgaste del PRI y el fuerte posicionamiento de Morena, pudieran evitar una participación priista desastrosa. Las encuestas así lo pronosticaban.

Para el PRI, la mejor opción que tenía era negociar con el PAN para que ellos llevaran mano en la candidatura, con Xavier Nava a la cabeza y, quedarse con la presidencia municipal de San Luis Potosí, además de las diputaciones locales que pudieran obtener entre ambos partidos.

De lo anterior, se perdió la gubernatura por culpa exclusivamente de los panistas, particularmente de quienes dirigen, el diputado Xavier Azuara y Francisco Francisco Aguilar, pero eso es materia de otra columna.

Considero que el PRI obtuvo lo que tenía presupuestado para sí, la presidencia municipal de San Luis Potosí, cuatro diputaciones, que junto a las 6 panistas, hacen una alianza política muy respetable, así como 18 presidencias municipales, 14 exclusivas y cuatro en coalición. En suma, lo planeado, se logró.

Ahora el PRI tiene la ventaja de que la renovación de su dirigencia estatal se realizará hasta el año 2024, por lo que podrán continuar con su proyecto de reorganización y recuperación, haciendo política. Será clave el buen entendimiento entre Elías Pecina, dirigente estatal del PRI y, Enrique Galindo, presidente del municipio con casi la mitad de la población del Estado. Son dos políticos maduros que podrán encauzan el barco en los próximos años.

La apuesta le salió bien al PRI, cosa que no pueden decir los panistas, que, otra vez, la ensuciaron, cuando la tenían, era suya y la dejaron ir.

Por Pablo Méndez Salas

Periodista Periódico REDSL