Por Pablo Méndez
Desde que inició su administración como Presidente, Andrés Manuel López Obrador dio indicios de que buscaría perpetuarse en el gobierno.
La revocación de mandato, promovida por él mismo, el uso de consultas al pueblo a mano alzada, el intento de ampliar el periodo al gobernador morenista de Baja California y, ahora, una reforma a la ley para llevar a seis años la gestión del Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, son elementos para afirmar que hay estrategia para una reelección presidencial.
Dicen que si vuela como pato, cae como pato y grazna como pato, seguramente es un pato.
Si uno observa lo que ha ocurrido en países como Venezuela, Bolivia, Argentina, Nicaragua y Ecuador, los patrones de conducta de los mandatarios que se perpetuaron en el gobierno son los mismos, idénticos. Por si no fuera suficiente, López Obrador es un abierto aliado de esos gobernantes. Es pública su simpatía por Chávez, Correa, Evo Morales, Ortega y los Kirchner. Incluso, lo ha hecho a riesgo de dañar la sociedad comercial de México con Estados Unidos y Canadá, lo cual es demencial.
La corrección política, el buen juicio, obliga a no decir despropósitos. Es cierto. Decir que el Presidente buscará reelegirse parece un despropósito. Pero no lo es. Todos observamos día a día como el Presidente violenta el Estado de Derecho, como manipula a opinión pública y como construye una polarización y un campo fértil para proponer, muy pronto, su idea de seguir en el cargo con el trillado argumento de que el pueblo lo ama y lo exige.
Todos hemos observado como López Obrador ha entregado todo el poder y dinero a un actor que sería importantísimo para sostener su plan, el Ejército.
La idea reeleccionista parece un despropósito, pero el silencio, sobre la ampliación ilegal de su gestión, del presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nacional, Arturo Saldívar, hace que nos dé escalofrío.
No tenemos porque esperar más para decirlo. Es el momento. Los resultados de la jornada electoral del próximo 6 de junio son lo más importante para el futuro inmediato.
Es un hecho que López Obrador y sus partidos satélites, no obtendrán la mayoría que requiere para lograr sus aviesos despropósitos. Lo establece la ley y el INE no se va a doblar.
En ese momento es cuando vamos a saber hasta dónde el Presidente quiere llevar su intención reeleccionista. Que alguien le informe que México no es Venezuela, ni él, es Chávez.
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